El espíritu sopló desde el sur.
En 2015, el Papa Francisco decidió trasladar al obispo Juan Barros desde labores militares a la diócesis de Osorno, aunque desde 2010 era acusado por las víctimas de Fernando Karadima, como uno de sus principales encubridores. Así, una diócesis pequeña y tranquila parecía configurarse como el mejor destino para un obispo contra el que pesaban muchas acusaciones. Durante más de tres años un grupo de laicos cristianos comprometidos de la ciudad de Osorno protestaron pidiendo la renuncia del obispo designado. Estos laicos junto a las víctimas de abusos y teniendo como aliada a la prensa terminaron involucrando personalmente al Papa en uno de los mayores escándalos del mundo sobre abusos sexuales en un contexto eclesiástico, y posicionando a la Iglesia en Chile como referente de abusos y encubrimientos . En todo este tiempo pude acompañar y documentar este proceso histórico para la Iglesia.